Quiero estrenar este blog con una reflexión que empezó leyendo un genial artículo de Juan Carlos González en Xataka link que ponía en entredicho que beneficio podían ofrecernos ciertos dispositivos o aplicaciones en nuestra vida personal o profesional. Varios meses después, y una vez que todos los grandes fabricantes de telefonía han mostrado ya sus nuevos relojes inteligentes o novedades como pantallas curvas, más me reafirmo en que lo que explica Juan Carlos es cierto.
Llevo años sin usar reloj y después de varios relojes inteligentes he de confesar que he mirado varias páginas para ver precios y características y de imaginar como quedaria uno en mi muñeca. Pero luego pienso…. “¿Para qué? Si no uso ni un triste reloj de los chinos”. Y es que es así. Somos seres codiciosos que queremos tener cualquier cosa que las campañas de marketing nos metan por los ojos sin necesitarlo.
Puede que penséis que me estoy tirando piedras contra mi propio tejado, pero os aseguro que es algo que me irrita y en vez de pensar “oh, que guay, tiene un dispositivo megachachi”, lo que pienso es “Para que narices se gasta dinero en esa tontería”.
Todo esto me hace también pensar hasta que punto estamos enganchados a la tecnología. Realmente preocupante creedme. Pensad por un instante cuantas horas pasáis delante de una pantalla, y me refiero a tiempo de ocio. Se está convirtiendo en una necesidad peligrosa, haciendo que cuando salimos a la calle nos preocupemos mas de nuestro móvil que de la gente con la que estamos físicamente.
En definitiva, Tecnología sí, pero cuando esté para hacernos la vida mas sencilla y atractiva, pero nunca cuando sea algo que nos absorba y nos reste.